Rosa,
Carmen y yo (Camila), somos unas primas muy unidas, cada domingo nos llevaban a casa de mi tía Julia, quien vive en la chacra
junto al rio, nos lleva mi tío Javier en su camioneta azul.
Antes
de entrar a ver a nuestra tía, decidimos sacarnos los zapatos y meter los pies
al rio, cuando ella nos vio y nos paralizó en un solo grito:
“Chicas
salgan de ahí, la corriente está demasiado fuerte, las va a jalar”.
No
le hicimos caso porque vimos a un joven de aproximadamente 18 años mojarse
completamente y disfrutar del agua, de pronto, este chico gritaba parecía que
quería salir y algo lo jalaba hacia el fondo, nosotros mirábamos y gritábamos: ¡Auxilio!
¡auxilio!.
Este
joven se hundía, daba manotazos en el agua, se acercó gente que pasaba por el
borde e intentaron jalarlo de la mano, pero fue imposible, este se soltó,
corrieron en sentido de la corriente, para tratar de alcanzarlo, en tanto
nosotras muy asustadas, corrimos hacia la chacra para entrar en casa y contarle
a mi tía, en el camino había que pasar por un maizal dicho sea de paso, cada
rama era el doble en tamaño que yo y no podía divisar hacia donde me dirigía,
de un momento a otro no sentí ningún ruido, mis primas ya no estaban, solo
podía sentir mi respiración, camine y camine, de un lado a otro buscando la salida,
pero parecía que cada vez me iba alejando de casa.
Solo
miraba el cielo y caminaba. Empecé a llorar y gritar “Ayúdenme por favor, ayúdenme”,
nadie venía a mi encuentro, entonces sentí voces muy cerca de mí, corrí para
ver quién era, y escuche risas, y una música de folklore pero muy lejano, seguí
corriendo, el cielo ya estaba oscureciendo, había pasado toda la tarde dentro
del maizal.
¿Cómo
era posible que no hayan venido a buscarme si ven que no llegaba a casa?¿Dónde están
mis primas, mi tía? – llore sin consuelo.
De
pronto escuche la podadora, era un ruido muy fuerte, ya era de noche, solo
podía ver las estrellas y la luna que me iluminaba, era mi tío que por fin me
había encontrado.
¡Tío!
he estado perdida, no podía encontrar la casa, lo abrace y lloré por el gran susto
que había pasado.
Ya
en casa, mi tía contó que muchos niños se pierden en ese maizal por eso no deben
entran ahí, yo debía de haber seguido el camino del rio como todos los
domingos, eran las doce de las noche, había estado perdida desde las 4 de la
tarde, y mis primas me contaron que el muchacho que se ahogaba esa tarde,
murió, apareció con la cabeza destrozada y sin ojos.
POR LA PTM