jueves, 14 de abril de 2016

VOCES DEL MAS ALLÁ

Rosa, Carmen y yo (Camila), somos unas primas muy unidas, cada domingo nos llevaban  a casa de mi tía Julia, quien vive en la chacra junto al rio, nos lleva mi tío Javier en su camioneta azul.
Antes de entrar a ver a nuestra tía, decidimos sacarnos los zapatos y meter los pies al rio, cuando ella nos vio y nos paralizó en un solo grito:
“Chicas salgan de ahí, la corriente está demasiado fuerte, las va a jalar”.
No le hicimos caso porque vimos a un joven de aproximadamente 18 años mojarse completamente y disfrutar del agua, de pronto, este chico gritaba parecía que quería salir y algo lo jalaba hacia el fondo, nosotros mirábamos y gritábamos: ¡Auxilio! ¡auxilio!.
Este joven se hundía, daba manotazos en el agua, se acercó gente que pasaba por el borde e intentaron jalarlo de la mano, pero fue imposible, este se soltó, corrieron en sentido de la corriente, para tratar de alcanzarlo, en tanto nosotras muy asustadas, corrimos hacia la chacra para entrar en casa y contarle a mi tía, en el camino había que pasar por un maizal dicho sea de paso, cada rama era el doble en tamaño que yo y no podía divisar hacia donde me dirigía, de un momento a otro no sentí ningún ruido, mis primas ya no estaban, solo podía sentir mi respiración, camine y camine, de un lado a otro buscando la salida, pero parecía que cada vez me iba alejando de casa.

Solo miraba el cielo y caminaba. Empecé a llorar y gritar “Ayúdenme por favor, ayúdenme”, nadie venía a mi encuentro, entonces sentí voces muy cerca de mí, corrí para ver quién era, y escuche risas, y una música de folklore pero muy lejano, seguí corriendo, el cielo ya estaba oscureciendo, había pasado toda la tarde dentro del maizal.
¿Cómo era posible que no hayan venido a buscarme si ven que no llegaba a casa?¿Dónde están mis primas, mi tía? – llore sin consuelo.
De pronto escuche la podadora, era un ruido muy fuerte, ya era de noche, solo podía ver las estrellas y la luna que me iluminaba, era mi tío que por fin me había encontrado.
¡Tío! he estado perdida, no podía encontrar la casa, lo abrace y lloré por el gran susto que había pasado.
Ya en casa, mi tía contó que muchos niños se pierden en ese maizal por eso no deben entran ahí, yo debía de haber seguido el camino del rio como todos los domingos, eran las doce de las noche, había estado perdida desde las 4 de la tarde, y mis primas me contaron que el muchacho que se ahogaba esa tarde, murió, apareció con la cabeza destrozada y sin ojos.


POR LA PTM

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